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finales siglo xx |
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CLICLEA ENCIMA Y PODRAS DISFRUTAR DE SU LECTURA:
http://el7set.es/not/25700/a-la-mar-me-n-vull-anar-torrenostra/
Torrenostra:
población marinera de Torreblanca.
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Torrenostra:
población marinera de Torreblanca.
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finales siglo SVIII-principios XIX |
Torrenostra,
es conocida por su gente como La Bella
Desconocida, ya que todos los pueblos de la costa han ido creciendo y
transformándose en ocasiones a ritmo vertiginoso, y en cambio ella ha quedado
como adormecida y poco conocida. Para conocerla y enamorarnos de ella,
empecemos acercándonos a sus orígenes.
No existen vestigios de pobladores remotos, como sí ocurre
en poblaciones cercanas como Alcocebre o Torre La Sal, donde han aparecido
vestigios íberos o romanos. Seguramente su proximidad con lo que actualmente es
conocido como el Paraje Natural Prat Torreblanca Cabanes, que antaño significó
una fuente importante de enfermedades derivadas de sus aguas pantanosas, y el
peligro que representaba el imprevisto desembarco de piratas, corsarios y
malhechores llegados por mar, hicieron poco apetecible el poblamiento de esta franja
de litoral.
Deberemos llegar al siglo XVII para tener las primeras
noticias de asentamiento humano, con la construcción de una torre fortificada
conocida como la "Nueva Torre" desde la que dar vigilancia a la
costa, y protección a la gente del lugar.(No olvidemos que en aquel tiempo, se
sufrían ataques piratas desde el norte de África, cuyo fin era saquear las
casas, hacer botín y llevarse a su gente como cautiv@s, por los que pedir
rescate, o venderlos como esclavos. De hecho, en 1397 un grupo de piratas
asaltó la población de Torreblanca, llevándose a 108 vecinos, casi la totalidad
de sus pobladores).
Por aquellas latitudes lo más cercano a la Nueva Torre
eran algunas masías, la torre del Marqués, la masía fortificada de El Campás, y
un molino de viento.
Es fácil intuir que en contar con el resguardo de la
torre, los lugareños fueran perdiendo el miedo, acercándose con relativa
tranquilidad a aquel trozo de costa, descubriendo que ciertamente era una zona
rica en pesca por la composición de su arena, apetitosa para que los peces
apacentasen hasta cerca de la orilla. Aquellos primeros habitantes debieron de
improvisar chozas de cañas y musgo, tan abundantes en los alrededores, cobijos
temporales en los que resguardarse alrededor de la Nueva Torre, regresando
cuanto antes a sus pueblos de origen. Tendría que pasar cerca de un siglo,
hasta entrar en 1900, para que alrededor de la torre, y alineándose frente al
mar, fueran asentándose ya los primeros pobladores estables, construyendo humildes y pequeñas casas de planta baja y
en ocasiones, con una altura, y terraza. Detrás de estas casas solía haber un
patio donde guardar los aparejos de pesca, criar algún conejo o gallina, y
cultivar pequeñas huertas. Sin olvidar que a pocos metros ya contaban con las
tierras de marjal, con las que ampliar aquellos cultivos. ( estos patios
actualmente se han reconvertido en la 2º línea de casas, c/ Cervantes). Uno de los primeros edificios oficiales que se
construyó fue una casa de carabineros, que mas tarde pasaría a ser de la
guardia civil.
Estos primeros pobladores llegaron tanto desde
Torreblanca, como de otros pueblos de alrededor, superando miedos e
incertidumbres para ponerse manos a la obra y construir con sus propias manos
aquellas rudimentarias barracas y, con el tiempo, modestas casas.
Intentemos visualizar a estos pioneros. Hombres y mujeres jóvenes, y no tan jóvenes, que se
lanzaron al mar para faenar por nuestra costa con ligeras barcas de vela
latina, tan sencillas que no podían alejarse mucho, por no contar con brazos
suficientes para ser impulsadas a remo en los momentos de calma y escaso
viento. Marineros guiados por la intuición y una tecnología tradicional ligada
a la Naturaleza. Pescando sin apartarse de la estrecha franja litoral,
confiando en que aquel iba a ser un buen día de pesca, angustiándose si
resultaba ser todo lo contrario, porque de ello dependía el sustento del resto
de la familia. Hombres humildes de mirada limpia que observarían el horizonte
esperando no encontrar la llegada de negras nubes que trajesen riesgo a su
trabajo, u al contrario, respirarían con alivio ante la llegada de un día claro
y una mar plana.
El día a día de estos hombres, era faenar intuyendo
que en todo momento se encontraban bajo la mirada vigilante de sus familiares,
y en concreto, de madres, hijas y esposas. De esas mujeres sacrificadas y valerosas
que mientras criaban hij@s, atendían animales de corral y demás tareas
domesticas, también sacaban tiempo para ocuparse del mantenimiento de los
aparejos, entre ellos el remiendo de las redes.
Imaginémoslas allí, sentadas frente sus casas o encima
del cudolar de piedras, rodeadas de chiquillos
y viejos, esperando a sus hombres, comentando las novedades, los infortunios,
las ilusiones, y tal vez, cantando de tanto en tanto, esta canción tan popular
y entrañable de nuestro pueblo:
A la mar me'n vull anar a veure les marineres,
que cusen sense didal i tallen sense tisores.
Mujeres que en retrasarse la hora de llegada de la
barca, rezarian por una protección para sus maridos, padres o hijos (los niños
a partir de los 9 años ya podían embarcarse). Mujeres que sabian que la mar era
una amante caprichosa, que igual te regalaba una pequeña fortuna, que podía
robarte lo que mas querías.
A aquellas tareas infinitas, a algunas mujeres también
se les sumaba la venta del pescado al por menor en Torreblanca. Lo trasportaban
cargándolo en cestas y alguna carretilla, anunciándolo por las calles al grito
de"Peix fresquet!".
Otra tarea era conservar el pescado secándolo al sol y
la brisa mediterránea. O prepararlo en vinagre o escabeche (pescado azul), sin
olvidar cómo las familias marineras son conocedoras de recetas sencillas y
sabrosas con las que saciar el hambre y cargarse de energía. (Muchas de ellas
apenas conocían el sabor de la carne, por basarse su alimentación en productos
del mar, alguna verdura y hortaliza).
Una vez terminado el trabajo del día, las barcas se
sacaban del mar, diariamente, porque no se contaba con escollera ni puerto
donde refugiarse. Se ataba la barca con una cuerda y se tiraba de ella, por
parte de pescadores, familiares y allegados, hasta depositarla sobre las
piedras del cudolar (entonces no había el arenal actual). En ocasiones eran
ayudados por algún animal (mula, buey).
Otra entrada de dinero alternativa y ocasional a la
pesca, fue convertir Torrenostra en punto de embarque y desembarque de
productos como la naranja, algarroba, vino, etc... Aunque se careciese de puerto,
los barcos mercantes solían anclar a cierta profundidad, y las pequeñas y
ligeras barcas de nuestros pescadores, iban y venían, cargando y descargando
dicha mercancía.
En nuestras aguas se pescaba grandes cantidades de
pescado y marisco de gran calidad, llegando por este reclamo, barcas desde
Peñiscola y Benicarló. Al principio las barcas iban en vela, y en parejas,
tirando cada una de ellas de una cuerda, a la que se le ataba una red,
pescándose de ese modo al arrastre. Con el tiempo las barcas se mecanizaron y
también comenzaron a faenar individualmente.
Los pescadores llevaban la pesca en cajas de madera a
la subasta que se hacía a "viva voz" en la misma población. La venta
se producía diariamente, aunque se cobraba de manera semanal pagándose al
propietario de la barca, que posteriormente repartía aquellos beneficios con
los marineros. Este pescado era vendido a las poblaciones vecinas e incluso
trasladado por tren a otras mas alejadas, conservando el pescado con picadura
de hielo.
Añadimos esta transcripción fechada en 1929, fecha
clave donde Torrenostra tuvo su máximo esplendor, para entender cómo en poco
tiempo, gracias al esfuerzo de nuestra gente, de la mas absoluta nada, se creó
una población que prometía un futuro excelente:
Esta a 3 km de Torreblanca, siendo un poblado de
pescadores, la playa esta en excelentes condiciones para tomar el baño y es un
punto de abundante pesca. Cuenta con electricidad y playa autorizada para
embarcamiento. En la campaña de la naranja llega un barco semanal para su
carga. Tiene alcalde de pedanía, dos maestros, un comandante de marina, dos
subastadores de pescado, dos cafés, una carnicería, dos carpinteros, una casa
de comidas, dos tiendas de comestibles, un estanco, tres comercios de pescado,
un herrero, una paquetería, una venta de hielo y dos tabernas. Un lavador público
y baños públicos. Cuenta con unas 75 barcas, la mayoría bautizadas
con nombre de mujer: joven Antonia, Teresa, Elena, Lirio...
Más datos:
La carretera que unía Torreblanca con Torrenostra
no tenia el mismo trazado que el actual, aunque sí bastante parecido,
consistiendo en varios caminos estrechos conocidos como “de herradura”.
Finalmente sobre 1933 se replantearía un nuevo camino, recto, de dos carriles.
Pero si queremos seguir imaginando aquella realidad con la que se encontraron
nuestros antepasados, habrá que imaginarlo marcado por huellas de alpargata,
bicicletas, carretillas y algún carro. Camino carente de electricidad que lo
iluminase, sin asfalto, llenándose de polvo en verano, y de charcos en
invierno. Este camino se interrumpía llegando a lo que ahora es el puente por
el que cruza la vía férrea, ya que dicho puente se construyó sobre el año 1956,
asfaltándose, por fin, poco después la carretera. (En la primera década del 2000 la carretera se
ampliaría, añadiendo amplias aceras y carril bici, mejorándose el asfaltado,
las luces y los peligrosos cruces. Lo que ha propiciado el traslado rápido entre
las dos poblaciones, incluso constantes y bonitos paseos a pie o en bicicleta
por el vecindario de ambas poblaciones).
La vida en Torrenostra, a principios del siglo XX,
atrajo una continua llegada de nuevos vecinos, alcanzándose cerca de un millar
en la época más álgida, y unas 80 barcas. Pensemos en todas estas familias que,
esfuerzo a esfuerzo, ilusión a ilusión, fueron moldeando la población, siempre
con "grandes esperanzas". Gente que fue abriendo negocios, escuela,
iglesia... que vivía el día a día proyectando un futuro a largo término entre
aquella franja de costa.
Gente que nacía, crecía, amaba, reía, moría, saboreaba
las fiestas populares (San Juan, San Cristóbal, la mare de Deu del Carmen) y
soportaba las inclemencias soñando cada nuevo amanecer frente nuestro mar...
ese mar que nosotros-as seguimos mirando y que guarda todos nuestros secretos.
Los pasados, los presentes y los futuros.
Todas aquellas ilusiones se truncaron en un abrir y
cerrar de ojos. El infortunio llegó del 24 al 26 de enero de 1947, y vino de
mano de la misma Naturaleza. No se trató de ningún naufragio, sino de una terrible tempestad
que azotó España entera con intensas lluvias, nevadas hasta el litoral, frío y
fuerte viento. Tanto que las aguas se levantaron con tal furia que consiguieron
tragar las humildes casas, teniendo que ser evacuados sus habitantes. En poder
volver encontraron destrozos en las embarcaciones, pero también en sus
viviendas, comercios, y pertenencias.
Fue tal la ruina que muchos empezaron a intuir que si no las horas, sí
los días estaban contados para Torrenostra.
La negativa de las autoridades nacionales de construir
alguna escollera o puerto (hubo un serio proyecto donde se ubicaba dicho puerto
en lo que es el actual Prat aprovechando la entrada de agua del mar a este
espacio) fue otro duro revés que tuvieron que soportar nuestra gente, ya que
esta justa reivindicación hacia varias décadas que venía siendo reclamada.
El desanimo fue impregnándose en la población, como un
veneno lento y mortífero. No podían proveer un nuevo zarpazo de la Naturaleza,
ni arriesgar su suerte a los caprichos de ella. Así se inició una progresiva emigración hacia
Castellón, Vinaroz y otros pueblos pesqueros con mejores condiciones, donde se
les dio una excelente bienvenida, al constatar en sus hombres las mejores artes
de pesca y dominio de vela, y en las mujeres, las excelentes manos como
remendadoras de redes, arte que desempeñaban con singular maestría.De esta manera, en apenas 6 décadas, Torrenostra
quedaría de nuevo abandonada.
La
sangría lenta, dolorosa e imparable se intentó detener en 1955, construyéndose
un muro de un metro y medio aproximadamente de alto, entre el mar y la primera
linea de casas, pero fue insuficiente para parar el éxodo de este pueblo
marinero, en el que apenas quedaban ya un centenar de vecinos. Si el proyecto
pesquero había sido arrinconado, un nuevo proyecto comenzó a arraigar dentro de
algunos vecinos y vecinas. Había llegado el boom turístico de los años 70.
Una de las primeras decisiones fue derribar el muro y
con sus piedras y otras que se trajeron, construir varios espigones, que con el
tiempo crearían los extensos arenales que hoy conocemos. También se abrieron
merenderos y se construyó una serie de bungalós para alquiler a veraneantes. Al
mismo tiempo algunos vecinos del pueblo empezaron a elegir la playa para
adquirir viviendas a buen precio, comenzando a reformarse viejas casas, y a
derribarse otras, construyendo nuevas de varias alturas. A finales del siglo XX
los merenderos y bungalós fueron derribados, se creó un amplio paseo, se mejoró
luces, calzada y aceras. Y los primeros bloques de apartamentos se levantaron.
El crecimiento de la Bella Desconocida ha sido lento pero equilibrado.
En la memoria de algún@s quedan
proyectos singulares en los que el nombre de Torrenostra se mostró como
candidata (como la construcción en la década de los 80 de la ciudad de Walt Disney,
que finalmente ganó Paris) o el todavía en activo, pero aletargado, proyecto de
Doña Blanca Golf. Actualmente la población
centra su actividad económica en un tranquilo y mesurado turismo de verano, en
carecer de grandes hoteles y discotecas, pero en contar con extensos arenales, buenos
accesos de comunicación, amplio paseo marítimo, instalaciones deportivas,
pequeño embarcadero, servicio de socorristas, farmacia, comercios, jardines,
juegos infantiles, terrazas y restaurantes a pocos metros del mar, sin
olvidarnos de sus aguas tranquilas y cristalinas, y la belleza singular del
Parque Natural del Prat Cabanes/Torreblanca por el que recorrer sendas de gran
belleza paisajista. Su calidad ambiental e instalaciones la han hecho ganadora
de la bandera azul, que llegó hace años, para no marcharse. :-)
En definitiva,
es un lugar bello, tranquilo y acogedor, que no ha perdido su esencia de
pueblo, y del que su futuro todavía esta por escribir.
Este Blog no pertenece a nadie, ya que es de
tod@s.
Si quieres compartir en este Blog algun recuerdo
o foto de Torrenostra, o Torreblanca, hazlo llegar a este email:
femmemoriatorreblanca@gmail.com
Pon el nombre del autor-a para que figure. Gracias.
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antigua iglesia, ubicada en el mismo sitio que la actual. |
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Procesión: podemos ver todavía el muro construido como temporal protección. |
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década de los 60: primeros merenderos y bungalows |
muy buena publicación y documentación
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